Me golpean mucho las situaciones que me hacen sentir mi condición humana
expresada en términos de impotencia. Por ejemplo, cuando caigo enfermo sufro mucho,
no solo por el dolor o la molestia causados, sino por no poder hacer algo enseguida que
me los quite, es decir, por no poder tener el control y darme cuenta de que eso rebasa
mis capacidades. Esta circunstancia ha hecho que durante mucho tiempo reflexione sobre
las situaciones límite. La enfermedad, la muerte, el dolor, la frustración y otras tantas
situaciones han sido motivo de mi investigación y a la vez de mis reflexiones. El fruto de
muchas de estas lecturas, de estas anotaciones, de estos momentos de oración y de
diálogo con el Señor son las páginas que ahora comparto con ustedes: Señor, ahoga mi
dolor.
Cuando compruebo mi impotencia y mi condición limitada, lo único que puedo hacer
es orar y clamar al Dios de la vida, y yo, que nací frente al mar y que sé del poder de Él,
le digo: “¡Señor, ahoga mi dolor!” Sí, quiero que Él me quite ese dolor y esa sensación.
Son momentos en los que tengo claro que solo Él puede ayudarme y por eso le clamo.
El texto ha sido pensado para todo ser humano que esté experimentando momentos
difíciles y que necesite una lectura, una palabra que le ayude a comprender que solo
Dios nos puede sacar adelante en cada una de esas situaciones. Todo aquel que sea
humano y que sufra puede leer esta reflexión y dejar que las experiencias aquí
compartidas y propuestas le ayuden, desde el encuentro con Dios, a mejorar y a ser
sano.
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